HIROSHIMA Y NAGASAKI: EL AFAN DE PODER
Los días 6 y 9 de agosto de 1945, las ansias de dominio Imperial por parte de EE.UU. mostraron su más cruel y despiadado rostro. Las ciudades de Hiroshima y Nagasaki fue
ron exterminadas sin piedad alguna. Se sacrificaron sin ningún respeto 220,000 vidas humanas y hasta hoy sus consecuencias son evidentes en muchas personas de aquella región.
Al reflexionar sobre estos sucesos tan terribles para la Humanidad y contrastarlos con nuestra Fe Cristiana, no deja de provocarnos un doloroso cuestionamiento: ¿Porque tanto dolor?, ¿era necesario mostrar tal poderío? ¿y el sufrimiento humano donde queda? ¿es la violencia algo válido?
Jesús al hablarnos del Reino y de lo que Dios quiere para nosotros nos dice:
“Yo vine para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Juan 10,10) Nos enseña que de ningún modo lo ocurrido en estos sucesos es querido por Dios. Dios quiere que vivamos y seamos felices, y todo lo que sea contrario a este precepto va en contra de su voluntad.
Los deseos constantes de dominio, el afán de Poder y el Éxito a cualquier costo, le abren la puerta al egoísmo y permiten que vayamos subiendo pisando la cabeza de los demás.
Jesús en otro pasaje evangélico nos dice: “Bien saben que los gobernantes tienen sometidos a sus súbditos y los poderosos imponen su autoridad. No será así entre ustedes, más bien, quien entre ustedes quiera llegar a ser grande que se haga servidor de los demás y quien quiera ser el primero que se haga sirviente de los demás” (Mateo 20,25-27 ) Jesús nos enseña que El Poder es para servir.
No cabe duda que estas enseñanzas de Jesús son válidas en nuestros días, como también lo eran en Hiroshima y Nagasaki en 1945. El mal espíritu, diríamos con San Ignacio, nos lleva a ignorar el mal que hacemos a los demás y a vivir en el egoísmo constante, buscando solo nuestro beneficio, sin darnos cuenta que fuimos creados en el Amor y en el Compartir. La barbarie atómica no es otra cosa que, una señal inequívoca de deshumanización y ambición desmedidas, en donde valoramos más el Poder y la Posición Social por encima del Bien común. La pregunta que nos queda hacernos es:
¿No vamos hoy rumbo a otro Hiroshima y a otro Nagasaki?
No Comment
Publicar un comentario