Adelanto del próximo manantial
Semana Santa y Familia
Padre, ¿se viene a cenar unos frijolitos a la casa?
Mi respuesta fue otra pregunta: ¿con tortillas de harina o de maíz?
Y riéndonos nos sentamos a la mesa…
Mientras esperábamos que se calentara la cena, Rafael, su hijo, nos comentó que traía mucha tristeza porque su mejor amigo ya había dejado el Tec, pues el papá se había quedado sin trabajo porque cerraron el negocio donde por muchos años laboró. También Azucena, su hija, compartió que en su salón han dejado de asistir a clases dos compañeras pero no por el desempleo, sino porque sus papás han sido secuestrados y amenazados.
No tuvimos palabras para responder a esos comentarios, sólo el silencio llenó el ambiente y en nuestras miradas se dibujaba una plegaria: “Que pronto llegue tu Reino de Paz y Justicia, Señor”.
- No hay qué perder la esperanza, dijo Juanita acercándonos la comida.
Y entre tortillas, queso, frijoles y salsa llegó el comentario de D. Ricardo, el papá en la familia: - Qué rápido se pasa el tiempo, Padre. Ya tiene aquí más de un año, ¿verdad? Ya en la Semana Santa del año pasado estaba con nosotros.
-Así es. Qué pronto se hace tarde, dijo Rascón Banda, contesté.
- Y a propósito, Padre, que el tema para reflexionar esta Cuaresma será el de La familia, ¿no es así?
-Efectivamente. Tenemos qué propiciar que el núcleo familiar, esté formado como esté formado, sea el espacio en donde se aprenda a luchar por una vida digna, a sentir la necesidad de vivir fraternalmente y a soñar con un mundo más justo. Y esta familia, ¿participará tan activamente como el año pasado en las actividades de la Semana Santa?
- Claro que sí, contestaron unos y otros, arrebatándose la palabra.
Y con mucho entusiasmo Rafael comenzó a platicar como el año pasado comprendió el largo vía crucis que viven los hermanos que dejan su tierra, su familia, sus amigos y costumbres por la necesidad de encontrar un trabajo en un país extranjero que les proporciones una vida mejor que no encuentran en sus países de origen. Todavía recuerda el testimonio tan desgarrador que dieron algunos hermanos de Centroamérica.
Apenas Rafael hizo un silencio, Azucena le arrebató la palabra para narrarnos cómo el Jueves Santo ha quedado en su corazón muy presente, pues desde que les lavaron los pies a los emigrantes como cumplimiento de las palabras de Jesús, si yo, que soy el maestro y señor, les he lavado los pies, con cuánta mayor razón deben lavarse los pies unos a otros, no puede pasar de largo ante cualquier persona necesitada sin preguntarse qué puede hacer por ella.
Cuando los papás escuchan a sus hijos hablar con tanta sencillez y profundidad, dejan escapar un suspiro que delata alegría y satisfacción, pero también se ‘sienten’ obligados a participar la riqueza que dejó en su mente y en su corazón la vivencia de la pasada Semana Santa.
Don Ricardo compartió que para él ha sido una gran enseñanza comprender, poco a poco, que las mujeres, y en concreto su esposa, tienen una gran capacidad de anunciar y de llevar la Buena Noticia de Jesucristo a todos los hombres y mujeres que se han deshumanizado por hacerse falsos ídolos como el dinero, el poder, el placer… Y a su mente viven Magdalena y las santas mujeres que llevaron la noticia de la resurrección del Señor a los apóstoles.
Doña Juanita sonríe, como diciéndome: No ha sido fáci. Oír hablar así a mis hijos y a mi esposo ha sido el resultado de mucha paciencia, de mucha oración; pero sobre todo ha sido regalo de Dios.
Y tú, ¿Ya estás listo para guardar en tu corazón las enseñanzas de esta Semana Santa?
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