Un.Violinista.en.el.metro
Uno de los mejores violinistas del mundo, ignorado en el metro de Washington
Joshua Bell tocó durante casi una hora ante los viandantes y casi nadie se detuvo. El experimento del Washington Post se pregunta si el hombre tiene tiempo para la belleza. Solo una mujer que le reconoció se detuvo a escuchar durante unos minutos.
¿Tenemos tiempo para la belleza?
Esta es la pregunta que lanza el Washingon Post después del curioso experimento que ha practicado en un vestíbulo del metro de la capital estadounidense.
Joshua Bell, uno de los violinistas más prestigiosos del planeta, estuvo tocando casi una hora ante los despistados transeúntes, que continuaron su marcha de autómatas (puedes ver varios vídeos aquí).
Visto desde el objetivo de la cámara que lo grabó, el resultado del experimento impresiona, casi corta la respiración.
Los viandantes no se percataron de que estaban escuchando seis piezas magistrales de Bach y Schubert ejecutadas con un Stradivarius "Gibson ex Huberman", instrumento único en el mundo.
En plena hora punta del viernes 12 de enero de 2007, Bell inundó el vestíbulo de la estación de L'Enfant con sus magistrales interpretaciones, pero prácticamente nadie se detuvo.
1.071 personas pasaron por delante en los 43 minutos que estuvo tocando. La mayoría ni torció la vista, algunos miraban de soslayo y no llegaron a diez los que se detuvieron ante el maestro.
Sólo una mujer que reconoció al virtuoso se detuvo a escuchar durante varios minutos. "Te vi en la biblioteca del Congreso", le dijo tras acabar una de las piezas, "esto es algo que solo puede pasar en Washington". El músico se acercó a su única espectadora y charló con ella unos instantes.
La pregunta que se hacen los autores del artículo es: ¿Tenemos tiempo para la belleza?
El experimento muestra de forma terriblemente clara el comportamiento automático y abstraído del ser humano en la gran ciudad.
Otra de las conclusiones de esta experiencia, podría ser la siguiente: Si no tenemos un instante para detenernos a escuchar a uno de los mejores músicos interpretar la mejor música escrita, ¿qué otras cosas nos estaremos perdiendo?
Fuente: http://www.20minutos.es/noticia/220776/0/violinista/metro/virtuoso/
Joshua Bell tocó durante casi una hora ante los viandantes y casi nadie se detuvo. El experimento del Washington Post se pregunta si el hombre tiene tiempo para la belleza. Solo una mujer que le reconoció se detuvo a escuchar durante unos minutos.
¿Tenemos tiempo para la belleza?
Esta es la pregunta que lanza el Washingon Post después del curioso experimento que ha practicado en un vestíbulo del metro de la capital estadounidense.
Joshua Bell, uno de los violinistas más prestigiosos del planeta, estuvo tocando casi una hora ante los despistados transeúntes, que continuaron su marcha de autómatas (puedes ver varios vídeos aquí).
Visto desde el objetivo de la cámara que lo grabó, el resultado del experimento impresiona, casi corta la respiración.
Los viandantes no se percataron de que estaban escuchando seis piezas magistrales de Bach y Schubert ejecutadas con un Stradivarius "Gibson ex Huberman", instrumento único en el mundo.
En plena hora punta del viernes 12 de enero de 2007, Bell inundó el vestíbulo de la estación de L'Enfant con sus magistrales interpretaciones, pero prácticamente nadie se detuvo.
1.071 personas pasaron por delante en los 43 minutos que estuvo tocando. La mayoría ni torció la vista, algunos miraban de soslayo y no llegaron a diez los que se detuvieron ante el maestro.
Sólo una mujer que reconoció al virtuoso se detuvo a escuchar durante varios minutos. "Te vi en la biblioteca del Congreso", le dijo tras acabar una de las piezas, "esto es algo que solo puede pasar en Washington". El músico se acercó a su única espectadora y charló con ella unos instantes.
La pregunta que se hacen los autores del artículo es: ¿Tenemos tiempo para la belleza?
El experimento muestra de forma terriblemente clara el comportamiento automático y abstraído del ser humano en la gran ciudad.
Otra de las conclusiones de esta experiencia, podría ser la siguiente: Si no tenemos un instante para detenernos a escuchar a uno de los mejores músicos interpretar la mejor música escrita, ¿qué otras cosas nos estaremos perdiendo?
Fuente: http://www.20minutos.es/noticia/220776/0/violinista/metro/virtuoso/
Un hombre se sentó en una estación del metro en Washington y comenzó a tocar el violín, en una fría mañana de enero. Durante los siguientes 45 minutos, interpretó seis obras de Bach. Durante el mismo tiempo, se calcula que pasaron por esa estación algo más de mil personas, casi todas camino a sus trabajos.
Transcurrieron tres minutos hasta que alguien se detuvo ante el músico. Un hombre de mediana edad alteró por un segundo su paso y advirtió que había una persona tocando música.
Un minuto más tarde, el violinista recibió su primera donación: una mujer arrojó un dólar en la lata y continuó su marcha.
Algunos minutos más tarde, alguien se apoyó contra la pared a escuchar, pero enseguida miró su reloj y retomó su camino.
Quien más atención prestó fue un niño de 3 años. Su madre tiraba del brazo, apurada, pero el niño se plantó ante el músico. Cuando su madre logró arrancarlo del lugar, el niño continuó volteando su cabeza para mirar al artista. Esto se repitió con otros niños. Todos los padres, sin excepción, los forzaron a seguir la marcha.
En los tres cuartos de hora que el músico tocó, sólo siete personas se detuvieron y otras veinte dieron dinero, sin interrumpir su camino. El violinista recaudó 32 dólares. Cuando terminó de tocar y se hizo silencio, nadie pareció advertirlo. No hubo aplausos, ni reconocimientos.
Nadie lo sabía, pero ese violinista era Joshua Bell, uno de los mejores músicos del mundo, tocando las obras más complejas que se escribieron alguna vez, en un violín tasado en 3.5 millones de dólares. Dos días antes de su actuación en el metro, Bell colmó un teatro en Boston, con localidades que promediaban los 100 dólares.
Esta es una historia real. La actuación de Joshua Bell de incógnito en el metro fue organizada por el diario The Washington Post como parte de un experimento social sobre la percepción, el gusto y las prioridades de las personas. La consigna era: en un ambiente banal y a una hora inconveniente, ¿percibimos la belleza? ¿Nos detenemos a apreciarla? ¿Reconocemos el talento en un contexto inesperado?
Transcurrieron tres minutos hasta que alguien se detuvo ante el músico. Un hombre de mediana edad alteró por un segundo su paso y advirtió que había una persona tocando música.
Un minuto más tarde, el violinista recibió su primera donación: una mujer arrojó un dólar en la lata y continuó su marcha.
Algunos minutos más tarde, alguien se apoyó contra la pared a escuchar, pero enseguida miró su reloj y retomó su camino.
Quien más atención prestó fue un niño de 3 años. Su madre tiraba del brazo, apurada, pero el niño se plantó ante el músico. Cuando su madre logró arrancarlo del lugar, el niño continuó volteando su cabeza para mirar al artista. Esto se repitió con otros niños. Todos los padres, sin excepción, los forzaron a seguir la marcha.
En los tres cuartos de hora que el músico tocó, sólo siete personas se detuvieron y otras veinte dieron dinero, sin interrumpir su camino. El violinista recaudó 32 dólares. Cuando terminó de tocar y se hizo silencio, nadie pareció advertirlo. No hubo aplausos, ni reconocimientos.
Nadie lo sabía, pero ese violinista era Joshua Bell, uno de los mejores músicos del mundo, tocando las obras más complejas que se escribieron alguna vez, en un violín tasado en 3.5 millones de dólares. Dos días antes de su actuación en el metro, Bell colmó un teatro en Boston, con localidades que promediaban los 100 dólares.
Esta es una historia real. La actuación de Joshua Bell de incógnito en el metro fue organizada por el diario The Washington Post como parte de un experimento social sobre la percepción, el gusto y las prioridades de las personas. La consigna era: en un ambiente banal y a una hora inconveniente, ¿percibimos la belleza? ¿Nos detenemos a apreciarla? ¿Reconocemos el talento en un contexto inesperado?
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